Wednesday, May 02, 2007

un collar de flores de almendro

Para Micaela y José
Mi tía Carolina me contaba los cuentos más hermosos de mi niñez, y el favorito era quizá este cuento de amor en el cual una mujer languidecía con un mal incurable en medio del crudo invierno. Solo tenía una posibilidad de salvarse: el enamorado tendría que portar para ella un collar, un collar hecho de flores de almendro. Así, el enamorado tuvo que emprender un viaje largo y valeroso al país donde la primavera floreciera los almendros, para traerle a su amada el collar de flores que le devolvería la vida.
Micaela hizo un viaje muy largo pero volvió el mismo día que partió, en medio de un sopor de nubes, para salvar a su amado. Y lo salvó, claro que sí. Ambos pudieron seguir amando y riendo sin prisa. O sea con toda la prisa del mundo, como cuando descubrió José, una vez que coincidió con el sol y con un carretillero de helado en el terral, y este le encargó cuidar su efímero hielo...

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
Tambien coincidió el sol.
En esta situación como negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil.
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que solo un instante tenían la firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
yo soy el guardián del hielo.
El guardián del Hielo, José Watanabe

1 Comments:

Blogger BlogEmario said...

Amé este poema de Watanabe cuando una amiga-profe me lo mandó 1 semana después de la muerte de nuestro poeta. Es precioso. Que lindo que hayamos compartido esas letras, sin darnos cuenta.
Saludos.
**Ana**

4:09 PM  

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